de Liliana Bodoc
(versión acortada para su narración por Adriana De Blasis)
Todo estaba listo para que el tren iniciara el
largo viaje. Algunos pasajeros sonrieron, otros ocultaron lágrimas detrás de
las manos que decían "adiós", "hasta pronto", "no
te olvides de mi", "voy a volver cuando el trigo madure"; el
silbato hablo su idioma y el tren partió...
Nicanor tenía 9 años y era su primer viaje, para
Ofelia, su mamá, también.
Ofelia nació, creció, se enamoró y casó en ese
pueblo. Después nació Nicanor. El pueblo se llamaba San Pedro. Un lugar pequeño
y enorme al mismo tiempo. Pocas casas y muchos árboles, pocas calles y
muchos arroyos, pocos autos y muchos pájaros. Un pueblo al que la dentadura de
la gran ciudad le comía las orillas. Y le arrancaba pedazos enteros de tierra sembrada
y florecida. San Pedro se cansó.
Entonces sus hombres y sus mujeres tuvieron que
partir a buscar suerte en otros sitios.
Eso hizo el padre de Nicanor, llegó a la gran
ciudad y encontró trabajo. Y quiso que Nicanor y Ofelia estuvieran a su
lado.
Ofelia abrió la canasta con alimentos -vamos a
comer y vamos a dormir- O dicho en otras palabras "No debemos
llorar".
Cuando su madre se durmió, Nicanor miró para
todos lados y empezó a caminar en dirección a la locomotora, y pensó - La
locomotora es el lugar más alejado de San Pedro-.
Un tren es un túnel que avanza, un tren es
siempre un misterio. Los otros pasajeros también dormían en su mayoría.
Finalmente Nicanor llegó a la locomotora, el
lugar prohibido para los pasajeros. Cuando el guarda le preguntó que hacía
ahí, Nicanor explicó que se estaba alejando de San Pedro, que su madre
estaba durmiendo para no llorar.
!Ah....!!Ah.....! El guarda acababa de
entenderlo todo.
Con razón el tren pesa demasiado y avanza lento
- dijo. Y agregó- A veces viajan personas como vos y tu madre que llevan su
pueblo entero como equipaje, y aunque el tren es fuerte no puede cargar con un
río, campos sembrados, amaneceres, un sol y un cielo. Por que las personas como
uds. llevan hasta el cielo de su pueblo. Aquel hombre tenía razón y pensó pedir
disculpas por llevar tantas cosas en un tren. Antes el guarda le explicó, cada
vez que vengas de visita te vas a ir llevando menos cosas, un día dejan
el amanecer, otro el rio o el sol, hasta que con el tiempo solo llevan la ropa
de sus valijas. Nicanor supo que en esta ocasión el guarda se equivocaba.
Los años y los trenes siguieron
pasando....y ahora Nicanor y su nieto eran los pasajeros del tren. Todo
estaba listo para la partida "Adios" "Voy a volver cuando el
trigo madure" El silbato hablo su idioma y el tren partió.
Muchas veces Nicanor y su nieto hicieron ese
viaje ida y vuelta a San Pedro.
Los guardas protestaban siempre al verlos subir,
porque entonces el tren se ponía pesado y avanzaba lento.
Es que Nicanor siempre se llevó consigo el
pueblo entero. Con río, campos, amaneceres.
Con cielo y todo.
martes, 21 de agosto de 2012
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